5 may 2018

Análisis crítico sobre la teoría de Thanos de la película Avengers "Infinity War"

1 comentario:
En abril Marvel nos trajo su última película de Los Vengadores y no faltó quien la aplauda. Los fanáticos y el público a fin de los superhéroes expresaron su crítica positiva al filme y destacaron el gran final de Infinity War. En el siguiente artículo busco desmitificar la teoría central de la película por la que alude la trama desde una perspectiva crítica.


En la película, el universo completo corría peligro por una criatura llamada Thanos, quien estaba convencido de que su misión iba a resolver todos los problemas de la humanidad: el hambre y la pobreza. Según este personaje, la superpoblación causaba todas las miserias sociales existentes y para terminar con eso, su propuesta era matar a la mitad de la población. En síntesis, el problema de la humanidad se reducía a la cantidad de las personas existentes. Nada más y simplemente que eso.
Para lograrlo, se dedicó a completar la totalidad de las gemas de su guante del infinito para tener el poder suficiente para matar. Nada parecía detener al villano, ni siquiera los propios superhéroes.

Si bien Thanos no es el único creyente de esta teoría, podemos encontrar en la historia que en la economía política existió un teórico llamado Thomas Malthus, quien desarrolló una "ley natural" de la miseria de la población en términos reduccionistas, donde explica que el problema es demográfico y que a través de las guerras o epidemias, al perder parte de la población por dichas muertes, el equilibrio social y económico volvería a su normalidad. A pesar de esta teoría, se demostró en China que el problema no está en evitar el crecimiento de la población al crear la política demográfica de el "hijo único" para mantener un crecimiento económico sostenido, ya que luego de unos años se demostraron sus consecuencias: excesiva población adulta frente a la cantidad de niños, niñas y adolescentes; cantidad excesiva de hombres frente a la cantidad de mujeres, abandono de bebés niñas por tener preferencia en los varones, crecimiento de la trata de personas y la prostitución, y por último, la migración de las personas hacia otros países. Ninguna política ni teoría demográfica es capaz de evitar los problemas sociales.


Volviendo a la película, podemos ver que los superhéroes, ajenos a las reales necesidades de la sociedad, se unen para impedir que Thanos mate a la mitad de la humanidad. Marvel desvía la verdadera solución al hambre y la pobreza (como lo han hecho todas las historias de su autoría y cualquiera que trate sobre superhéroes que quieren salvar al mundo). Se excluye de la estructura económica y política y reorganiza su trama centrada en un único problema como es la muerte y sólo se busca evitarla. Los superhéroes no luchan para cambiar el mundo y mejorarlo sino para mantenerlo calmo, estable y bajo control. Nunca lucharon contra la pobreza ni las desigualdades sociales, solo buscaron evitar la muerte.

De esto se trata la trama expuesta por Marvel que es consumida masivamente por gran parte de nuestra sociedad. La historia no busca problematizar las desigualdades sociales ni demostrar una real solución, sino que encarna una teoría reduccionista en un villano ultra poderoso que expone el capricho asesino de decir que la humanidad va a estar mejor si somos pocos.
Leer más...
Leer más...

16 abr 2017

Individualistas

2 comentarios:

Dicen que el ser humano es egoísta por naturaleza.

Si hoy en día la ciencia ya no es más darwinista, es porque reducir las actitudes y comportamientos de la humanidad al evolucionismo y al naturalismo de "es un instinto" demostró ser erróneo. Lo "instintivo" de las personas ya no es válido para explicarnos social, política y culturalmente. Si fuéramos egoístas por naturaleza, entonces no existiría la solidaridad. Y para argumentar, si el ser humano fuera individualista por naturaleza, jamás se hubiera agrupado (histórica y socialmente) para sobrevivir.

El ser humano no existió para ser solitario y exclusivo, sino que existe para vivir en sociedad. Esa es la condición de humanidad.

No se puede justificar que alguien no quiera ayudar a otra persona porque "es natural que sea así de egoísta". Esa actitud está condicionada por un montón de cosas más que hacen que aquel tome tal decisión, no es una mera cuestión innata. 

El ser humano es un ser cultural; por lo tanto, que una persona pase de largo indiferentemente frente a alguien que (por ejemplo) está durmiendo en el piso de la vereda, no significa que lo haga porque es lo normal... sino todo el mundo sería indiferente frente a las injusticias sociales. 
Por el contrario, hay gente que cuando ve algo así le duele, le mueve algo por dentro. También están quienes se detienen a ayudarlo... o simplemente entienden que la pobreza es un problema político y no natural.

Lo único natural en este mundo es la naturaleza, donde todo se explica por reglas, instintos... ciclos. No está atravesada por la historia ni produce historia, es el ser humano el causante y productor de la misma mediante su intervención en ella. Somos habitantes e interventores, es la naturaleza la que nos permite vivir. Luego está lo político y cultural que nos permite organizarnos socialmente.

Natural es comer y respirar. Todo lo demás está condicionado por nuestra cultura... que a la vez esta responde y está arraigada al sistema social en el que vivimos. Por lo tanto, si queremos una sociedad menos individualista, nuestra tarea debe ser cambiar de régimen social.
Leer más...
Leer más...

5 mar 2017

Por qué el mundo entero

7 comentarios:
Un veterano de la guerra de Las Malvinas me regaló esto en el tren.

Un domingo a la tarde, volviendo a casa en el subte, me crucé con una familia extranjera que fue observada con cierta "sorpresa" por la gente que nos rodeaba en la estación.

No hablaban inglés ni portugués y estaba segurísima de que venían de África.
Si supieran la admiración y el aprecio que le tengo a su continente y a su cultura se hubiesen dado vuelta para ver la sonrisa que se me escapó al escucharlos hablar.
Las personas que estaban a nuestro alrededor no los miraron de la misma forma en que lo hice yo. Tal vez fue así porque se creyeron el cuento de que no somos lo mismo.

Cuando escribo sobre la sociedad, casi siempre lo hago pensando en el mundo entero y no sólo en las personas de mi país. Creo que reducir todo a lo nacional es ser egoísta y caer en el desconocimiento de nuestra verdadera esencia. El nacionalismo no es sinónimo de industria local y tampoco significa solo apoyar su desarrollo.
Ser nacionalista es encerrarse dentro de cuatro límites y por ende es rechazar a la humanidad entera.

En el continente donde vivo no somos todos iguales y a pesar de ser conscientes de ciertas diferencias (culturales, económicas, étnicas), construimos más barreras y límites para separarnos y desconocernos un poquito más, supongo.
Pero... ¿por qué tanto rechazo? ¿Por qué queremos distanciarnos de esa forma cuando en realidad tan distintos no somos?

Somos lo mismo pero desiguales.
Humanidad única, sociedades distintas.
Del mismo molde pero con apariencias, culturas y clases diferentes.

Lo que nos separa de nuestra condición humana para que no seamos del todo homogéneos es la cultura y la clase social. Todo lo demás son construcciones sociales inventadas por nosotros mismos: los muros, los límites, las barreras, los espacios, las nacionalidades.

El nacionalismo es rechazar a la humanidad toda.

El mundo es uno solo, somos habitantes de una misma tierra dividida por distancias, kilómetros, aguas, climas, geografías, idiomas.

La familia "negra" que conocí aquel domingo por la tarde en la estación de subte no eran muy distintos a mí ni tampoco a esa gente que los miró mal. Eran personas.... al igual que todos.

Porque al fin y al cabo la humanidad es una sola.
Y a esto me refiero cuando hablo del mundo entero.
Leer más...
Leer más...

1 may 2016

Barrio Adentro

2 comentarios:

El colectivo 373 nos dejó en las vías justo en la entrada de Villa Inflamable, un barrio que se encuentra en el partido de Avellaneda en la provincia de Buenos Aires.  En una esquina estaban escuchando cumbia santafecina y justo en frente pasaba un camión de Shell que se dirigía a la petroquímica, no muy lejos de donde estábamos. Eran las tres y media de la tarde, había sol pero hacía frío; metí las manos en los bolsillos y observé a nuestro alrededor: basura en la calle de tierra, un patrullero estacionado a pocos metros y un pequeño parque que contrastaba con las casas de chapa, los perros vagabundos y una señora arrastrando un carrito repleto de cartones y botellas de plástico.

Llegaron a buscarnos y entramos al barrio, en donde un grupo de chicos que asisten a un comedor comunitario llamado "Los amiguitos", nos estaban esperando. Caminamos por caminos que no eran calles y esquivamos charcos de agua estancada de lluvias otoñales de hace quince días atrás. Sentí mi garganta arder por aquel olor ácido que había en el ambiente; estábamos en una zona en emergencia ambiental, no teníamos la menor duda. Los desechos químicos e industriales están matando todo.


Yo iba hablando con Hebe, una compañera que conocí el año pasado cuando hice el CBC, a quien mencioné en una de las primeras entradas de Crónicas Universitarias. Ella me preguntó si alguna vez había entrado a una villa y yo asentí, no era la primera vez. Durante mi infancia me tocó vivir en varias ciudades del conurbano del Gran Buenos Aires y a las villas las conocía, pero nunca me adentré tanto en una como aquel último día de abril del año 2016.

Llegamos al comedor y nos hicieron pasar. Sentados todos en su lugar, nos recibieron con un tímido "hola". Yo sonreí, eran un montón. Saludamos a las mujeres encargadas del comedor, trabajadoras de una textil y fundadoras de una cooperativa, que nos dieron la más cálida bienvenida.
Allí dentro de aquel sector de cuatro paredes hechas de chapas, había una pequeña cocina, una televisión, un sillón, dos mesas y muy poca luz. A penas cabíamos todos.

Cuando salimos afuera para presentarnos, los chicos salieron corriendo y se dispersaron. Unos se pusieron a jugar a las cartas, algunas nenas se nos acercaron curiosas, y otros exclamaron, mientras corrían a esconderse: ¡Esas chicas nos van a hacer estudiar!

Como lectores se preguntarán por qué les estoy contando esto; como seguidores del blog dirán: "Aylén otra vez escribiendo un post más distinto que el otro"; y como persona perteneciente a una sociedad, se preguntarán: ¿Qué hace ahí? ¿No es peligroso?


Cuando empecé la universidad, sabía realmente por qué había elegido estudiar y ser una profesional. Muchos pensarán que solo lo hago para que en el día de mañana, cuando me reciba, tenga mi trabajo, mi casa, mi familia y mi dinero —en simples palabras, para tener éxito en la vida—. En realidad ese no es mi caso. Yo elegí entrar a la universidad y estudiar comunicación social para formarme como una profesional que tenga las herramientas necesarias para, todos los días, hacer una sociedad y un mundo mejor. Creo en la comunicación como una de las tantas herramientas que existen para cambiar el mundo: para contarle a la gente las cosas que pasan y cómo somos realmente; para hacer ver lo que los otros no quieren ver y darle voz a los que no la tienen. Y así, como yo, mis compañeras iban con otras visiones y objetivos: una estudia periodismo, otra psicología, otra enfermería, otra abogacía, otra medicina, y Hebe, comunicación como yo.
¿Qué sentido tiene estudiar tantos años, cursar tantas horas y tener un título, si no conocemos la realidad que nos rodea... si no intervenimos con las injusticias de nuestra sociedad? ¿Salís de la universidad solo para trabajar? Te estás olvidando de que un profesional existe y está para contribuir con la comunidad, sino, ¿para qué existen los médicos, los abogados, los ingenieros, etc.? Todos, absolutamente todos, desde distintos ámbitos y vocaciones, hacemos algo en la sociedad, ya sea positiva o negativamente.


Nos sentamos en el piso y llamamos a todos para hacer una ronda, pero, ¿Para qué estábamos ahí? A los nenes les explicamos que vamos a ir todos los sábados para jugar con ellos, hacer talleres, actividades recreativas y para ayudarlos a hacer la tarea de la escuela. A partir de ese día nos convertimos en educadoras populares: no somos una luz que ilumina mentes oscuras sin conocimiento, sino que somos aprendices de ellos y ellos aprendices de nosotras. Algo así como una especie de retroalimentación educativa: nosotras les enseñamos a ellos y ellos nos enseñan a nosotras. Un vínculo que cruza dos lados constantemente. Un ida y vuelta.
En esa ronda cada uno se presentó y, uno de ellos —luego de presentarse como Robertito—, nos dijo que quería aprender a leer y nos pidió que le enseñáramos para "poder leer todos los libros que tiene en su casa". Una vez que nos conocimos todos, me acerqué particularmente para entrevistarlos uno por uno. 

¿Cómo te llamás? ¿Cuántos años tenés? ¿En qué grado estás? ¿Cuál es la materia que más te gusta y cuál es la que no? ¿En qué materia necesitas ayuda con la tarea? ¿Sabés leer y escribir? ¿Sabés sumar, restar, multiplicar, dividir? ¿Cuál es tu juego favorito?
Yo y Hebe entrevistamos a cada uno y no puedo explicar todo lo que sentí al comunicarme con ellos. Muchos tenían vergüenza o eran tímidos a la hora de responder las preguntas, pero la mayoría se me acercaba con entusiasmo y, entre risas, compartían conmigo un pedacito de sus vidas. Cada nene y cada nena me abrió su mundo y me contestó con sinceridad, un poquito sobre quiénes son.
Cuando llegué al último que me quedaba para entrevistar, no me imaginé lo que me iba a decir.

-Hola, ¿cómo te llamás?
-Jorge.
-¿Cuántos años tenés?
-Once.
-¿En qué grado estás?
-No voy a la escuela.

No va a la escuela.

-¿Por qué no vas?
-Y... porque tengo problemas con mi familia y nadie me lleva, pero yo quiero ir.
-¿Vos querés aprender a leer y a escribir?
-Sí.
-Bueno, nosotras te vamos a enseñar y vas a poder leer y escribir todos los libros que quieras.

Luego de conocer a Jorge ya no daba más, necesitaba llorar por un momento. Después de conocerlos y saber en qué condiciones estaban viviendo, ya no me sentí igual.
Respiré, le sonreí y le pregunté cuál era su juego favorito: "El fútbol", me contestó. "¡Qué genio!" Le dije. Y lo vi sonreír.
Hace unos segundos atrás casi nos ponemos a llorar los dos, pero en ese momento ya estábamos sonriendo. Así, con segundos de diferencia.
Miré mi cuaderno con un nudo en la garganta y me di cuenta de que habían muchos que no sabían escribir, y al igual que Jorge, algunos tampoco iban a la escuela.





Ya eran casi las cinco de la tarde y después de merendar, cada uno se preparó para volver a sus respectivas casas. Mientras se iban y dejaban la taza donde antes había arroz con leche, los vi temblar de frío. Uno de ellos tenía fiebre y estaba tirado en el sillón del comedor. Imágenes que para mí, fueron fuertes.

En ese instante ya no estaba viendo a una sociedad como masa —como cuando les escribo por acá y les digo qué es la sociedad—, tampoco estaba escuchando un teórico sobre cultura y sociedad en la Facultad de Sociales. Simplemente me encontraba en el sector más ignorado por todos nosotros. Yo estaba ahí con ellos: con los ninguneados, con los abandonados y con los peligrosos.
¿Cómo cruzarse de brazos y no hacer nada, después de saber que a esos nenes se les priva de sus derechos como el comer, ir a la escuela y saber leer y escribir? ¿Puedo culpar a la política, al Estado, a Dios? ¿A quién puedo culpar mientras me siento a ver la televisión y espero que se solucionen las cosas? Podría elegir la ignorancia y ser feliz, tapándome los ojos cada vez que se me presenta algo como esto, total estas cosas siempre ocurrieron y van a ocurrir, ¡Tantos niños en todo el mundo que viven en estas condiciones!

La gente que me conoce, incluso mi familia, me dijeron que estoy loca, que estoy al pedo y que eso es muy peligroso... que algo me va a pasar.
Si estoy loca por querer mejorar la realidad, puede ser; si estoy al pedo es algo discutible; si es peligroso... bueno, podría ser, pero lo único que me va a pasar al ir todos los sábados para estar con esos chicos, es sentir que al fin estoy haciendo lo que siempre quise: no conformarme frente a las injusticias de nuestra sociedad y hacer algo para cambiarlas.

El día de ayer, para mí, fue un día triste e indignante... pero esperanzador. Espero que este post les haya llegado a ustedes tanto como a mí aquella experiencia, porque ya no sé de qué otra manera explicar lo que viví al conocer a esos nenes.

Leer más...
Leer más...

19 feb 2016

Reflexiones filosóficas: Los efectos del ser humano en el mundo

16 comentarios:
Somos seres humanos. Buscamos la razón pero somos irracionales, queremos vivir bien pero le hacemos daño al otro, no queremos más inundaciones pero seguimos cortando árboles; no queremos más guerras y muertes, pero queremos poder y dinero. No queremos más hambre y pobreza pero solo pensamos en nosotros mismos —o por lo menos, gran parte de la sociedad lo hace—. Así somos.

El mes pasado escribí sobre el mar cuando me fui un par de semanas de vacaciones a la costa y les comenté la gran contaminación que produce la gente que va a vacacionar allí. Y hace unas semanas, el país entero y hasta el mundo, se indignó con la foto de un delfín en manos de turistas, en la costa atlántica de Buenos Aires. Este animal, según lo contado y lo ocurrido, murió cuando lo sacaron del agua para fotografiarlo. La reacción de los que vieron las fotos fue negativa, por supuesto, ¿quién se pondría feliz al verlas y saber que después de eso el delfín murió? La gente insultó, se molestó y hasta incluso se indignó. Todos culparon a aquellos presentes y los calificaron como "gente estúpida". Sí, por supuesto, es gente estúpida. Pero es gente estúpida porque la sociedad está estúpida.


Las sociedades actuales vivimos en plena era de la comunicación y somos consumidos, poco a poco, por el capitalismo en exceso que se va expandiendo a medida que pasa el tiempo. Los días son más cortos y el año pasa más rápido porque vivimos demasiados ocupados con las nuevas tecnologías, en el entretenimiento, en el trabajo y en nuestras obligaciones. No hay tiempo para más nada que eso.
Esta era de la comunicación y el consumismo, generó humanos mal informados, humanos inconscientes y ajenos a ciertas realidades. Desconocemos la naturaleza y convertimos a todo lo nuevo en novedoso, atractivo y comerciable. Si estamos en un lugar nuevo queremos presumirlo, si nos compramos algo nuevo también. Nos alimentamos con felicidad artificial y material, y ampliamos nuestro ego con posesiones. 

Somos inconscientes e irresponsables, no conocemos nuestro mundo y cada vez nos desconocemos más a nosotros mismos. La gente que agarró al delfín fue inconsciente, no tenía idea de lo que hacía —o por lo menos, de las consecuencias—. Sus mentes estaban demasiado ocupadas en el ocio, en la diversión, en las "vacaciones", en aumentar sus egos, en sacarle una foto para subirla al facebook y que todos sus amigos lo vean.

Cuando una sociedad se concentra demasiado en tener y no en conocer o saber, ocurre esto. Esa gente no sabía porque sus mentes estaban nubladas, porque no fueron educados correctamente, porque DESCONOCÍAN la propia naturaleza que nos rodea.
Así pasa como cuando dejamos la tele prendida y no la miramos, o cuando usamos el aire acondicionado y no lo necesitamos. Somos inconscientes, estamos perdidos en la tecnología, en los excesos, en los placeres de las comodidades del capitalismo, en nuestras obligaciones... en nosotros mismos. Y a veces, no nos damos cuenta, de que estamos así por culpa nuestra; de que el mundo es así por nosotros, de que las guerras, el hambre y la pobreza existe porque nosotros las ocasionamos. Todo es culpa nuestra. Nosotros hacemos todas estas cosas en el mundo pero porque lo desconocemos, porque somos inconscientes. Solo hacemos mal las cosas.

"Solo hasta que se haya talado el último árbol, contaminado el último mar y muerto el último pez, el humano entenderá que no se puede comer dinero". 
Leer más...
Leer más...

13 dic 2015

Cultura: Hoy abrazamos al Zoo de Palermo

3 comentarios:
Hace unas horas volví de abrazar al zoológico de Palermo de Buenos Aires y a pesar del calor y el sol que nos atacó por un tiempo, fue una experiencia linda y emocionante.
Por qué fui, se preguntarán...


Cuando era chiquita, me llevaban seguido a los zoológicos y de hecho me encantaba ir porque ahí estaban los animales que más me gustaban. Una vez, como niña preguntona y curiosa que era, les pregunté por qué los animales tenían esas caras y estaban ahí tras la rejas, y no en su verdadera casa, como yo los veía en los documentales. "Acá los animales están bien. Los cuidan, los alimentan y los curan si están enfermos, no pasa nada..." me decían.
Cuando crecí ya no me gustaba ir, no me podía creer el cuentito de que ellos estaban bien ahí, algo andaba mal con todo eso.
 ¿Por qué hay que pagar para ir a ver seres vivos atrapados, lejos de su hábitat natural, para divertirme? ¿Qué tiene de divertido un animal triste y encerrado?

Hace tiempo conocí a los chicos de Sin Zoo y vi que en diciembre iban a realizar el abrazo como todos los años y decidí ir, no lo dudé ni un segundo.



Hay gente que no se da cuenta, no toma conciencia, se quedan con el "ahí a los animales los cuidan bien" o directamente no les importa, por una mera cuestión cultural o comercial. Porque el llevar a los chicos al zoológico es algo que está instalado en nuestra cultura. Se los digo yo, que en la primaria nos llevaban todos los años y de hecho cuando terminé sexto grado, viajamos a Mundo Marino a ver "el show de los delfines". Todos sabemos que nadie es feliz encerrado en un lugar así y que la explotación animal por diversión existe, que en esas cárceles solo hay tristeza y egoísmo, involución e inconsciencia. 



Lo que se pidió hoy fue que el avance de la propuesta de #SinZoo en el parlamento de la Legislatura de La Ciudad, para que se cierre el zoológico y se inicie la creación de el Jardín Ecológico. Porque todos sabemos que los animales en cautiverio y que nacieron así están condenados a no volver de un día para el otro a su hábitat natural.

Fuimos más de dos mil personas hablando por los que no tienen voz, expresando por los que están presos y no hicieron nada, pidiendo por el fin de su perpetua tristeza. Nos manifestamos con un abrazo, con aplausos, con carteles... nos unimos, personas de distintos lugares y edades, por un bien en común. Fue hermoso reunirse con toda esa gente y pedir por lo mismo, fue emocionante agarrarnos las manos sin importar que el de al lado sea un desconocido. Fue hermoso luchar por ellos.



"Frente a estos nuevos paradigmas que nos va planteando la era moderna, la ciudad sigue aceptando, cada vez con menos consenso, es cierto, la existencia de un zoológico que, más allá de lo edilicio, responde a una concepción moral vetusta y obsoleta, errónea y atrasada, la del encierro de individuos (no humanos) para el lucro mediante su exhibición (...). Tengamos en cuenta que, al igual que los circos, los zoológicos están destinados a capturar la atención del público infantil, ahora bien, un espacio como el del zoo de Palermo el único mensaje que le transmite a un niño es que está bien capturar, encerrar y utilizar a “otro” como instrumento de nuestro entretenimiento. Es lo único que nos puede enseñar un Zoo (...). El avance de la ciencia y la tecnología nos ha permitido advertir que cuando vemos un león en el zoo no estamos viendo, en verdad, un león, estamos viendo a un individuo, hecho prisionero, que tiene semejanzas morfológicas con el león, pero al cual le ha sido arrebatado todo el comportamiento propio del león y, a menudo, se trata de animales enfermos, afectados por la “zoocosis” (psicosis del cautiverio), la que padecía Winner, la que padece Arturo, en Mendoza, la que padece cualquier individuo privado de su libertad (...). Así, se comprende que para que el cierre tenga lugar debe cesar ya mismo toda posibilidad de nuevos ingresos de animales, debe censarse y evaluarse a los animales que hoy habitan el zoo, recuperar y rehabilitar a aquéllos que puedan volver a la vida libre, saber cuáles no van a poder ser liberados pero sí alojados en reservas naturales o santuarios, cuáles pueden continuar su vida en predios de libertad controlada. También debemos asumir la posibilidad de que algunos individuos no puedan adaptarse a ninguna de esas situaciones, no obstante podemos evitarles el stress que les ocasiona la exhibición al público y así devolverles algo de la dignidad que les ha arrebatado la cautividad". -Extracción de la Propuesta para la creación del Jardín Ecológico y el cierre del Zoo.

Si quieren ayudar, pueden dejar su firma online acá y pueden pasar a leer acá sobre este proyecto de ley para la creación del jardín ecológico en la ciudad de Buenos Aires.

No más zoológicos.
Leer más...
Leer más...

31 may 2015

Ni una menos

10 comentarios:
Ilustración: Tefeebo

Hoy antes de ponerme a estudiar (qué triste mi vida), quiero traerles un post sobre un tema ruidoso que parece no querer callarse ni calmarse en estos últimos días en Argentina. Desde siempre quise escribir algo relacionado a esto, es más, estuve a punto de hacerlo y de hecho tengo un borrador, pero creo no publicarlo nunca, ya que es un tema bastante delicado y que trae demasiada controversia.

La mayoría de los que me conocen sabrán que empecé a estudiar comunicación social y que me encanta la carrera. Justamente me voy a formar para ser comunicóloga y opinóloga de la sociedad en el sentido más "crítico y creativo". Y creo que elegí bien, porque es lo que hago muchas veces y así me siento. Y seamos realistas, tengo un blog y escribo, no puedo no escribir sobre temas como estos... son los que marcan a nuestra sociedad, son los que nos rodean y afectan todos los días; desde dentro de nuestras casas, en el colegio-facultad y hasta en la calle. En cualquier lado, siempre, nos vamos a encontrar con un poco de esto.

¿Qué son esas tres palabras que andan dando vuelta por las redes sociales? ¿Por qué de repente todo el mundo habla de los "femicidios", del "machismo" y el "feminismo"?
Suele pasar que la realidad se ignora hasta que nos afecta a todos.
Ignoramos lo que nos pasa hasta que nos hace mal y queremos cambiar las cosas o simplemente decir basta.

Hasta hace unas semanas, una adolescente fue asesinada por "su novio" y se transformó en otro de los famosos casos de femicidios que generaron un gran impacto en los medios de comunicación y en todas nuestras bocas. Se trata de otra víctima del machismo, otra de las tantas que venimos conociendo como Candela, Ángeles, Melina, Lola, y una más cada 30 horas y que seguramente no todas vayamos a conocer. Porque estadísticamente existieron 277 casos de femicidios en el 2014 y estos no fueron todos conocidos.

Ilustración: Liniers

No quiero irme por las ramas sobre el tema, hay mucho para hablar y creo que si me pongo a escribir, no termino más. Lo importante acá, es saber que somos testigos de un hartazgo sociocultural que dijo BASTA y convocó a todo el país a luchar por tres cosas:
-Conciencia.
-Basta de femicidios.
-Real implementación del Plan Nacional para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, como establece la Ley 26.485

NI UNA MENOS se va a escuchar bien fuerte este miércoles 3 de junio a las 17hs en todo el país. Hombres y mujeres, mujeres y hombres, todos presentes por esta lucha que merece ser ganada. Ni feministas ni feminazis, ni activistas ni periodistas, ni famosos ni políticos. Gente, personas: seres humanos. Seres humanos que piden basta de matar a las mujeres por ser mujeres, por creer que son menos o cosas.
Acá el machismo mata una mujer cada treinta horas y no solo mata mujeres, también hombres y afecta negativamente a ambos sexos. El machismo está fuertemente inculcado en la cultura desde siempre y este nos hace mal a todos: la mujer es menos, la mujer es más débil, la mujer no se respeta, no se quiere. La mujer es un objeto, es algo menos que él, es un premio, es un juguete, es alguien que se viola, se mata y se mete en una bolsa. El hombre es más, el hombre es el macho alfa, el hombre es fuerte y duro, el hombre no llora ni es mariquita, el hombre es un aprovechador, el hombre tiene que ser un ganador.
Esos papeles de género estereotipados como que dejaron de sonar lindo y ambos extremos hartaron. Nos hacemos mal, nosotros mismos nos hacemos mal. La educación que nos dan con respecto a estas cosas nos hacen mal, nuestra cultura machista nos hace mal.

Ilustración: Prol

¿Y si dejamos de ver así las cosas y comenzamos a luchar por algo tan hermoso como la igualdad entre ambos sexos? Después de todo somos seres humanos, no es que uno es un queso y otro es una zapatilla, no. ¿Se imaginan lo difícil que sería la igualdad entre un queso y una zapatilla? Imposible, claro.
En nuestro caso es totalmente posible porque somos PERSONAS y lo único que está mal son nuestros pensamientos sobre lo que somos, hacemos, creemos o debemos hacer.

Quiero compartir con ustedes, un video cortito que hizo Fulana Who (una de las ilustradoras a las que sigo), sobre lo que trata Ni una menos.


A mi desde chiquita me enseñaron que el rosa es de la nena y el azul del nene, que las nenas no dicen malas palabras y se portan bien, que los nenes son más fuertes y se portan mal, que nosotras las nenas tenemos que portarnos como señoritas, vestirnos bien y aprender a cocinar y limpiar para poder hacerlo después para nuestros esposos cuando nos casemos (y tengamos hijos). Las nenas son como florcitas, re tiernas y educadas. Los nenes son más revoltosos y no hacen cosas de nenas porque son cosas de nenas y a ellos no les gusta porque son cosas DE NENAS.
Y después está lo que me decían cuando fui creciendo: "¿Vos querés usar esa pollera para coquetear?" "No uses short, te voy a comprar jeans nuevos, no muestres tanto las piernas". "No dejes que nadie te toque, si un chico te hace algo vos gritá". "No salgas sola, te puede pasar algo". "Vestite bien, vestite como mujer". "¿Cocinaste esto vos sola? ¡Ya te podes casar!", "eso es muy escotado". "No muestres mucho". "No uses tanto maquillaje, no te pintes las uñas así que pareces prostituta". "Sacate ese tapado, pareces una puta". "Con esos labios rojos parece que te vas a un prostíbulo". "Si oscurece no podes estar en la calle, alguien te puede hacer algo y no volvés más". "¿Y el novio?" "¿A vos no te enseñaron lo que es un macho alfa? Aprendé nena, vos tenés que hacer lo que los hombres digan", "mirá para abajo y seguí caminando", "callate, sos mujer". "Las mujeres son debiluchas", "ay, corrés como nenita", "las mujeres tienen que cocinar y limpiar". "Vos nena cuando tengas marido me vas a entender". "A las mujeres les encanta que los hombres les peguen o que les griten cosas en la calle". "Vos no hagas eso, vos sos santa". "Vos sos una mujer de verdad, no hagas eso". "Si haces eso sos puta, zorra de mierda".

¿Qué es todo esto, a ver, qué es todo esto? ¿Se dan cuenta de lo mal que estamos, que nosotros mismos construimos esta cultura machista que nos está matando a todos?
Las mujeres no somos algo, no somos una cosa, no somos un pedazo de carne. No somos débiles, no somos tontas, no somos inútiles, no somos putas ni santas, no somos algo. Somos personas. SOMOS SERES HUMANOS. Así, igual que los hombres, ellos también son seres humanos, como nosotras.

¿En serio merezco ser violada y asesina... por ser mujer, por vestirme así, por ser asá, por decir mu? ¿Merezco ser asesina si usaba short y no pantalón? ¿Merezco que me violen por cómo soy? ¿Merezco toda esta violencia, ya sea verbal, física, psicológica o sexual... por ser mujer?

Hay una realidad y es que hay gente que sí lo cree y mata mujeres por todo esto, por creernos menos. Y no, somos igual que los hombres, porque somos personas como ellos. Tenemos brazos, cabeza, hombros, cerebro, ojos, piernas... seremos distintos anatómicamente y algunas otras cosas más, pero eso no puede decir que seamos inferiores. Existe eso que somos ambos y es SER HUMANO. Nada más. Todo eso que creemos y pensamos que nos diferencia es parte de el hecho social de nuestra sociedad. Piénsenlo, no es muy complicado.

El miércoles voy a estar en Plaza Congreso con mi total apoyo y presencia. Y por supuesto, con mi cámara para capturar este momento histórico que nos va a marcar a todos. Espero encontrarlos ahí y ah, si quieren hablar más del tema (o que hable sobre él, tengo mucho para hablar), me avisan y escribo... o si quieren tomamos un café, o dos... pero ni una menos.

El fibrón ya me falló a lo último, sepan disculpar...

Leer más...
Leer más...