
Sentados en el sillón, observando la pantalla que refleja el nuevo programa de chimentos o el canal de noticias que relata brevemente lo que ocurrió durante el día para que estemos informados; todo eso sin mover los labios, pero asintiendo con la cabeza, comportándonos así en receptores pasivos de los que tantos especialistas se preocuparon en refutar dentro del ámbito de la comunicación.
No movemos los labios, no articulamos con la boca, no pronunciamos palabras. Nos gusta ver y escuchar cómo hablan por nosotros y cómo se dedican a pensar en...
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