De todas las cosas que llegué a preguntarme a lo largo de mis diecinueve años, este tema fue uno de los que más retumbó en mi mente.
Desde hace unos cuántos meses me la paso escribiendo ensayos sobre la problemática de las sociedades actuales en la era de la comunicación y el consumismo en exceso —que actualmente estamos atravesando—. Sí ya sé, estoy media loca. Aún así creo que mis investigaciones son bastantes refutables y me va a costar publicarlas algún día, pero disfruté mucho escribiéndolas... tal vez en algún momento las comparta por acá.
El punto es, que uno de esos ensayos me llevó a escribir esto para ustedes. La hora de ponerse filosóficos acaba de empezar.
No sé ustedes, pero yo no veo que seamos una
sociedad feliz. Somos consumidos y desgastados por los mismísimos factores de los cuales dependemos. El famosísimo
hecho social que se nos inserta previamente a nuestro nacimiento, como es el de
nacer, crecer, ir al colegio, ir a la universidad, trabajar, tener familia y morir (o en el orden que quieran o con variantes distintas), nos demuestra que
la fórmula de vida del ser humano es casi la misma. Tenemos una vida tan corta y a la vez llena de obligaciones y cosas por hacer que individualmente nos sentimos obligados en cumplir y seguir el camino de manera correcta. Puede que este hecho social no sea nuestro verdadero problema; de hecho, creo que no lo es. Hay cosas peores.
El otro día leí una nota sobre una entrevista que le hicieron a Bauman, un sociólogo que me tocó estudiar el año pasado en sociología y del cual me gustó su manera de ver a las sociedades actuales. Este pensador pesimista (aunque yo lo describiría como un pensador realmente realista), creó el concepto de "modernidad líquida" en la cual vivimos actualmente:
"Todo fluye rápido en nuestras vidas, todo es temporal y pasajero. Incluso los trabajos". Y explicó que: "si tienes más seguridad tienes que renunciar a cierta libertad, si quieres más libertad tienes que renunciar a cierta seguridad. Ese dilema va a continuar para siempre. Hace cuarenta años creímos que había triunfado la libertad y estábamos en una orgía consumista. Todo parecía posible mediante el crédito: que quieres una casa, un coche... ya lo pagarás después". A la vez, dice: "(...) mucha gente usa las redes sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para encerrarse en lo que llamo zonas de confort, donde lo único que ven son sus reflejos de su propia cara. Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa".
Cuando leí a Bauman, entendí que lo que estaba pensando iba por el camino correcto. Somos una sociedad que cree ser feliz y cree estar bien. Vivimos girando siempre en la misma órbita y desconocemos lo que está más allá de nuestro trabajo, de nuestros estudios y de lo que está más allá de la televisión y las redes sociales. Vivimos excediendo límites y caemos en los vicios sociales como el trabajo extra, el ocio extra, el entretenimiento de más... más y más comodidades y más trabajo para vivir mejor; cuando a lo largo del tiempo, todo esto produce el efecto contrario.
Nadie está mejor trabajando mucho y he aquí uno de los factores que producen la infelicidad en las sociedades. Trabajar, pero por obligación y para abastecer nuestra economía "hay que desvincular el trabajo con la supervivencia", dijo Bauman.
¿Qué pasaría si todo ser humano en el mundo se dedicara a sus pasiones? Trabajos apasionados, les diría yo. Incluso una persona que no elige estudiar, posee algo que le gusta hacer. Eso se debe convertir en un trabajo productivo para colaborar con la comunidad. Hay demasiados puestos de trabajos inútiles y con empleados que podrían estar haciendo algo mejor para contribuir positiva y constructivamente con el mundo. Pero sí, ya sé, es un pensamiento idealista.
Otro factor causante de nuestra infelicidad, creo yo, es el dinero. Más bien podría ser el factor principal y el que más nos afecta universalmente. El mundo se mueve en pos de la economía, nosotros funcionamos y vivimos dependiendo de ella.
Lo admito, es inevitable en nuestra naturaleza, el ser humano es ambicioso, egoísta y tiende a intercambiar... así progresó el mundo. Pero el problema es que la economía pasó a ser prioridad por sobre todas las cosas y pasamos a ser esclavos (inconscientemente) del dinero y del valor. Le damos demasiada importancia a los números y a querer tener más cosas. Tal es el exceso que nos volvimos materialistas y consumistas compulsivos, nos encariñamos y queremos más las cosas que conseguimos con el dinero incluso más que nuestras propias vidas. Queremos lo que no necesitamos y compramos de más... total somos libres.
Todo gira alrededor de la economía, es como el Sol del Sistema Solar.
Esta prioridad que le damos a la economía, nos afecta negativamente como masa. Eso provoca y manifiesta los trabajos de hoy y todo el sistema laboral existente. El círculo sigue y termina afectándonos en la vida privada: preocupaciones, estrés, cansancio, endeudamientos y más ambición: llegamos a casa y solo hay tiempo para comer y dormir... en simples palabras: descansar.
El descanso cotidiano en la era de la comunicación, es el sentarse a ver la televisión o revisar las redes sociales. Vemos a "la realidad" en el canal de noticias, cuando realmente estamos viendo solo una pequeña parte de ella. También nos informamos instantáneamente y a la vez construimos nuestra opinión desde otras opiniones. Agarramos el celular y contestamos mensajes, intentamos no "clavar el visto" o que no nos lo claven, mantenemos nuestro facebook y nuestro twitter actualizados e interactuamos virtualmente con nuestros amigos, conocidos o desconocidos. Todo esto sin movernos de donde estamos sentados y sin tener que usar mucho nuestra mente, ¿la tecnología nos controla o nosotros controlamos a la tecnología?
Estamos encerrados en una esfera en el que creemos que es nuestra protección.
La economía y en especial la tecnología de hoy nos llevan a desgastes y comodidades excesivas que nos privan de ver el mundo fuera de nuestro mundo privado. Consumimos cosas innesesarias y deseamos lo que no necesitamos. La imagen es más importante que las palabras, demandamos televisión basura y todo esto afecta negativamente a la evolución de nuestra cultura, nuestra educación y el enriquecimiento de valores. Desconocemos nuestro mundo, nuestra naturaleza y todo lo que nos rodea. Dejamos la canilla abierta de más porque nunca padecimos sed, nunca vivimos ni entendimos del todo sobre qué pasaría si algún día nos quedáramos sin ella. Actuamos con inconsciencia e irresponsabilidad porque tenemos demasiado y vivimos en nuestros cómodos y reconfortantes hogares, donde las consecuencias no se ven a simple vista. Vivimos encerrados y con miedo, lo desconocido y lo osado o aventurero no es bien visto para la opinión popular y de repente somos una sociedad que lo único que le importa es llenar el bolsillo, no importa de qué manera. Vivimos para ganar dinero y necesitamos el dinero para poder vivir. Nuestro único objetivo a lo largo de nuestra vida es ese. Muchas veces se sobrepone por lo que verdaderamente nos hace feliz. Ya no hay tiempo para leer, ya no hay tiempo para estar entre la naturaleza, para enriquecernos culturalmente, para aprender cosas nuevas y constructivas. Hay poco tiempo para dormir, ver la televisión y pasar el día en la computadora. Los días son cortos y pasan más rápido.
Nuestra mente crea una barrera. Rechazamos lo desconocido y lo que podría hacernos crecer como sociedad, aunque la mayoría de las veces ignoramos todo aquello. No nos interesa... es una pérdida de tiempo.
Seguimos viendo distinciones entre seres humanos y creamos fronteras y diferencias de todo tipo. Rechazamos lo que no parece "normal". Reprimimos nuestra propia felicidad, nos encerramos en nuestro propio círculo vicioso y eso nos gusta.
La diversidad nos da miedo, nos gusta vernos iguales... similares.
La "liquidez" (como diría Bauman), de esta sociedad no deja tiempo para criar bien a nuestros hijos y permitimos que la tecnología realice gran parte del trabajo.
Estamos encerrados en una esfera llena de vicios y excesos, nunca encontramos el punto medio. Somos autodestructivos. Pero, ¿cómo sería una sociedad feliz? ¿Es posible eso?
A veces me pregunto esto y se me cruzan decenas de respuestas y posibles soluciones.