Otra vez reniego con el sistema
de la facultad que no me asignó las materias que pedí, así como en todos los
cuatrimestres que comienzan con una lucha por cursar en horarios difíciles.
Todo es una burocracia que carcome la paciencia y las ganas de empezar.
Este año dejé el trabajo porque
no me dejaban estudiar, salía a las doce de la noche de ahí y no me daban días
de estudio y a pesar de que me ascendieron tampoco me aumentaron el sueldo como
me habían prometido. Tuve problemas con mi jefe y muchas veces volví a mi casa
llorando. Pensé en buscar otra cosa mejor y mientras tanto quería estudiar y
volver a dedicarme a lo que más me gusta hacer que es escribir. Ahora escribo
en Revista Ahora y seguramente sea redactora en otra pero por el momento no
tengo un trabajo fijo ni remunerativo.
Cuando cumplí veintiún años me
volví a dar la cabeza contra la pared y entendí que las cosas no me iban a
resultar tan fáciles como pensé. Perdí a muchas personas en mi vida y se murió
mi gato. Lo extraño tanto que sueño todos los días con él, que viene y yo lo
abrazo. Todavía me duele tanto que siento no superarlo nunca más.
Me enamoré por primera vez, conocí gente nueva y
por un momento sentí que mi psicóloga quería convencerme de que lo mío no es
escribir sino que hay otra cosa por ahí. Conocí en persona a mi escritora
favorita y hablamos mucho sobre la escritura y lo que nos pasa a cada una
cuando nos bloqueamos. También me decepcionó la persona que más admiro en mi
casa y ahora todo es distinto.
Descuidé muchas cosas y casi me
cambio de carrera pero estudié tanto que en economía me saqué un cuatro y después
un diez. Perdí mucho por descuidar y calculé que me faltan tres años para
recibirme pero que me importa más lo que
aprendo que el tiempo que me falta.
Soñé tantas pesadillas que
comencé a contarlas como anécdotas y a analizarlas en relación con mí día a día
como si intentara autopsicoanalizarme. Al fin y al cabo este blog es solo una
ensalada de cosas que escribí y quise compartir pero que quedó ahí y ahora ya
no tiene importancia. Muchas veces tuvo una cierta tendencia a ser un diario
íntimo aunque no lo fuera o aunque no quisiera. Gracias a él entendí que una
escritora es una persona que vive mucho y a veces le cuesta escribir, pero que
siempre necesita contar.