
Cuando empecé a sacar fotos por hobbie, tenía diecisiete años y una cámara semipro abandonada por su propia dueña. Ese día mi manía por darle utilidad a las cosas inútiles y olvidadas que hay en mi casa, me hizo salir a pasear por la ciudad con mis amigas con la cámara colgada en el cuello.
Fue así como descubrí que además de fotografiar la ciudad y los paisajes, me gustaba retratar a las personas. De tanto observar, empecé a notar un valor artístico en la espontaneidad de la gente en el espacio público y me convertí en una cazadora de poses...
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