A cinco cuadras de mi casa
Cuando era más chica asigné esta
frase como premisa principal de mi filosofía de vida. Entendía por ella que no
solo debo ser un ejemplo o modelo de persona para mejorar las cosas de mi
entorno y del mundo sino que mis actitudes positivas podrían contagiar a las
demás personas y así lograr que muchas hagan cosas buenas por el bien de la sociedad.
En esa época comencé a asistir una vez por semana a comedores comunitarios y
realizaba actividades recreativas con las niñas y los niños de los barrios más
carenciados del conurbano de Buenos Aires.
Creí que si yo misma me esforzaba
por mejorar las cosas, realmente todo iba a mejorar. Pero las sonrisas de esos
niños duraban lo que duraba mi visita, porque al volver a sus realidades todo
era distinto y yo no podía hacer nada para cambiar sus condiciones de vida. Yo
sí era un cambio en el mundo porque comencé a hacer algo por lo que creía que
estaba mal, pero no lograba cambiar por completo el mundo ni la vida de nadie.
Mi ejemplo ni mis acciones iban a conseguir que el hambre y la pobreza dejaran
de existir porque eso jamás dependió de mi voluntad individual sino la de una
base y un sistema social que va más allá de mi misma.
Después de darle vueltas y
vueltas a la frase, concluí que la responsabilidad individual de la que tantos
hablan es una acción aislada que se desfigura en el aire mientras la gente que
tiene el poder de dirigir y manejar las condiciones sociales y económicas hace
lo contrario a mi propia acción idealista de cambiar el mundo. Ayudar a los
demás comenzó a significar algo mucho más que la simple solidaridad y el buen
corazón.
Dicen que sé el cambio que
quieres ver en el mundo lo dijo Gandhi, un gran influyente político de la India
que predicó la paz y el nacionalismo y que hoy en día es reconocido mundialmente
por su buen ejemplo. Es casi como una figura a lo Frida Kahlo, lo podemos encontrar en
todos lados: en librerías, películas y hasta en diseños de almohadas para
decorar ambientes.
Yo soy el cambio que quiero ver
en el mundo, pero a Gandhi le faltó explicar un par de cosas más. Por eso aún
me pregunto qué hay detrás de esa famosa frase que cada vez que la leo y la
pongo en práctica siempre encuentro algo nuevo.